viernes, 1 de mayo de 2015

Staweth Nichlass { CIM }

Sí, un quematodo estaba esa vez a mi lado, tomando de su arco con esa agilidad característica de los que último año, y por conclusión, este también lo era… al igual que yo. Sin embargo había una pequeña diferencia, esa que por más que quisiese no notar o pensar en que sí era probable que fuera verdad, era desagradablemente perfecto con respecto a sus habilidades con el gran arco. Mientras que yo no alcanzaba más de la mitad de su gran presteza.

La manera en la que su ceño se fruncía ante la inminente concentración, cómo era que sus ojos se entrecerraban al fijar la mirada en un punto, dos de sus dedos topaban la flecha que estaba a punto de ser disparada y de esta comenzaban a brotar suaves llamas de fuego, envolviéndola con un suave sonido, sin hacerle el menor daño, era excepcional e increíble. Y sí, por esta mismísima razón me molestaba, me disgustaba a tal punto de que cada vez que le veía en esa posición, deseaba acabar por apuntarle con mi arco, porque sí, yo sabía que de alguna manera ese ser parecía hacer que me molestara a propósito por lo increíble que era. Pero no hacía nada al respecto, sólo observarle efectuar su misión con cierta molestia, esa misión que ninguno de los dos creía que nos terminaría por ser asignada, y que tampoco busqué, él la buscó.

Su flecha dio de pleno en el centro de aquél desmadrado madero en forma de círculo, situado a unos metros, en un viejo árbol de un grueso tronco mohoso. Por el rabillo, observé qué reacción tendría ese alto elfo, y pude notar cómo era que este parecía deshacer concentración en cosa de segundos y se volvió a una expresión neutra, tranquila, segundos después. El fuego se había apagado al mismo instante en que esta había sido estocada en la madera, sin causar ningún daño. Eso mostraba la también gran capacidad que tenía Ackiel en lo que involucraba controlar su poder de ignis. Mis manos acabaron por forjarse en puños, pero no lo suficientemente fuerte como para que se notara, al volver a preguntarme cómo era que no le causaba ninguna emoción el hecho de haber hecho de lo mejor su tiro. Fruncí mis labios y viré mi mirada ahora a mi propio arco, ese que ya mantenía en alto con la misma rapidez con la que Ackiel había alzado el suyo propio anteriormente, sin colocar una flecha en este aún. Tenía que demostrar que también podía valer la pena, sí, que podría llegar a ser mejor que ese chico que sólo se reía de él cada vez que podía y no entendía qué le era tan chistoso. Como todos lo hacían.

Ya no quería que fuese así, nunca había querido que las cosas fuesen así. Pero no, no encontraba una razón para lograrlo, y tampoco entendía por qué era que me esforzaba por mejorar. No me entendía, no entendía nada, sólo lo hacía y creía no tener una razón.

—Debes saber que al momento en que sueltes la flecha, podrías considerar no mover el arco hacia un lado por el impulso. ¿No es así, Lassie? Comencé a escuchar esa grave y tranquila voz a mi lado, terminando por irritarme por completo y no le miré cuando este me dedicó una divertida sonrisa—. Causas un desvío que termina en el árbol de al lado.

No me llamo Lassie, ¿Cuántas veces debo repetirlo? Espeté con desagrado, escupiendo las palabras. Ignorando el hecho de que era cierto, varias de mis flechas yacían en los árboles alternos al que realmente debía achuntar.

Mientras fingía estar fijando la mirada en aquél maldito punto en el que deseaba ya poder dar, hice lo posible por no girarme a ver cómo era que el adverso se acercaba a quitar su flecha del madero. Pero se me hizo inevitable pensar en la ya pasada idea de apuntarle y así lograr huir. Lamentablemente, sólo hice como si eso pasase, usando mis labios para imitar el sonido que causaría mi flecha y el impacto.

—No, Nich, sólo concéntrate en lo que haces —decía Ackiel jugando con la flecha que había quitado, haciéndola girar entre sus manos en un gesto sin interés, volviendo a su anterior posición de mi lado, sin observarme pero esperando a que hiciese algo.

Pero volvía a insistir en que su interés era hacerme la vida imposible.

A veces pensaba que tenía ciertos problemas con respecto a la maldad que tenía yo dentro. A veces pensaba que estaba hecho para causar todo lo malo al ser tan vil, tan gruñón y siempre pensando que yo era el mejor, que estaba hecho para arruinar todo lo que era perfecto. Y me parecía gracioso, porque de alguna manera terminaba siendo cierto. Mi puntería era un total desastre. Aunque eso no era lo que empeoraba, sino el hecho de que estaba en último año y quien sabe cómo fue que logré cursar el año anterior a aquél, porque era el único al cual le costaba demasiado tener una buena precisión. Sí, precisión, lograr que mi puntería fuera exacta y que no cupiera duda de que acabaría tomando el centro sin chistar, en segundos.

—No me digas qué hacer, ya lo sé muy bien.

—Ya veremos Nich, anda, demuéstrame que lo sabes y muy bien.

Ahí estaba de nuevo, provocando que mi irritación brotara cada vez que se atrevía a decirme algo que me molestase. Pero decidí no opinar al respecto. Sólo me concentré en tomar una de mis flechas, colocarla después con cuidado en mi arco, entre tres de mis dedos y tirar así de la cuerda. Sin embargo, algo me advertía que estaba haciendo mal, porque mis acciones estaban desconectadas del arco y eso hacía que perdiera la especie de armonía que creía que se debía tener para hacerlo bien –o eso decían y me habían dicho desde que tenía uso de razón–. Pero no me di el tiempo de pensar en la posible armonía que podría conseguir al tranquilizarme y conectarme así por completo, porque estaba distraído. Y lo estaba por culpa de quien creía que sería mi maestro, por quien sólo se había ofrecido a ayudarme al verme fracasar en la pasada competencia, al verme totalmente perdido en mis heridas. Nombrarlo es interesantemente triste, hasta repetirlo en mis pensamientos me hace pensar lo horrible que había sido aquél instante en que creía estar haciendo todo como debía ser, y fallé, recibiendo el odio de todos los de mi grupo.

Finalmente, mi flecha fue a dar a la copa de los árboles de mi derecha, nuevamente. Bien, sí, estaba muy bien.

No esperé mucho más que las acostumbradas miradas divertidas o comentarios irónicos sobre mi resultado; esos que lanzaba Ackiel al verme fallar. Casi perdiéndose en su broma y aplaudiendo como si con eso demostrara lo totalmente graciosa que era la situación. Así como había sido desde entonces, hace un mes más o menos, desde que todo aquello había comenzado y desde que yo no podía soportar la idea de que el escondiera mi secreto. Pero en ese momento no me encontré escuchándolas, porque no se presentó ninguna palabra. Sino que algo extraño cernió el ambiente y no era precisamente algo que tuviera que ver con ser "gracioso". Aunque no lo supe diferenciar, no sabía qué estaba pasando. Por enésima vez, no entendía ciertas actitudes de ese alto chico. Sólo escuché a Ackiel dejando escapar un cansado suspiro, como si él mismo hubiese estado conteniendo este durante mucho tiempo. Chasqueó su lengua entre que se dedicaba a mirar la flecha entre sus manos y a negar con suavidad. Después me dedicó una silenciosa mirada, de esas que dedicaba cada vez que su expresión parecía volverse vacía o de una manera, triste, sola. Yo no hice más que dudar entre bajar mi arco o prepararme para cualquier cosa, aunque sabía que  no escucharía algo bueno.

—Nichlass, hay un problema —Le escuché decir y mi atención volvió a él, girando  con cuidado, dejando caer mi brazo con suavidad—. No puedes seguir así, no quiero que falles.

—¿Por qué me dices eso de repente? —Pregunté riendo con suavidad, nervioso ante la mención de esa manera, que estaba fallando.

—Intento pensar en una solución al desvío de tus flechas. Tu concentración no te permite terminar el tiro de una buena manera, como si a último instante odiases por completo el hecho de estar tirando una flecha ¿no es así? Creo que tengo una forma de arreglar eso..., a pesar de que suene totalmente irracional sabiendo que es a ti a quién le pido esto y a mí que no tengo una forma —Su mirada se volvió a posar en la mía, pero esta vez no parecía estar lo suficientemente triste, sino que parecía estar hablando en serio, nuevamente adoptando esa manera neutra de ver las cosas—.  Una razón, la respuesta es una razón —Terminó diciendo para después parpadear tranquilo, y yo no sabía si sentirme agradecido o confundido—.

—¿Una razón? ¿La respuesta es una razón? —Indagué, ahora confundido—.



—Una razón por la cual quieras darle al centro.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Call it magic

A veces pensaba que nuestro mundo estaba lleno de bandos inútiles que aunque quisieramos pelear contra ellos y destruirlos, no causaba más que hacernos ver peor de lo que ya éramos por el simple hecho de intentarlo y lograrlo así. Ya que no salíamos ganadores ni perdedores. Siendo aceptados por algunos y negados por otros mas al mismo tiempo. Aunque nuestras luchas fuesen constantes, de esfuerzo, de muchos fallecidos o de grandes honores, no sentía que fuera una razón por la cual continuar luchando o seguir haciendo el mínimo esfuerzo por servir a el reinado. Porque para mí, estar sobre los demás era ganárselo por ser una buena persona, eso que en algún momento reinó en nuestra comunidad, la humildad, el cariño, el esfuerzo por hacer que nuestras vidas fueran en convivencia. No pisoteando a todos para lograr terminar con una pila de gente y así sentarse sobre todo ellos sin dignarse a bajar la mirada.
Tranquilo tomaba mi arco, divisando el punto medio de aquella pequeña madera en forma de círculo en el gran árbol a unos metros de mí, cuando caí en la cuenta de lo que estaba realmente sucediendo ahí. Como también me volví a repetir que no podía hacer lo que había estado haciendo toda mi vida sino lo sentía como algo de lo que nos pudiesemos llegar a sentir honrados, honrados por ser los reyes del gran Bosque del Cielo.
Mientras tiraba de la cuerda, sintiendo el rápido latir de mi corazón, cómo el sudor amenazaba a mis manos con hacerlas imposibles de usar, escuchando el suave sonido que hacían mis llamas al recorrer el largo de la madera de la flecha que sostenía mi mano, con la presión de casi todos los importantes maestros que había en nuestra escuela mirándome y los expectantes ojos de mis compañeros sobre mí, sonreía ante esa patética escena.
¿Por qué querían ver nuestras cualidades perfectas? ¿Por qué nos esforzábamos por ser el mejor si de un modo u otro estábamos matando todo sin ganar nada? ¿Por qué cada vez vivir era más como estar preparado para morir?
Casi al instante que mi mano soltó la flecha e hice que mi arco descendiera para ver el resultado, la flecha dio en el medio de la circunferencia y sonreí triunfante. Gritos de emoción, alabanzas o de desapruebo se hicieron presentes. Sin embargo todo pareció volverse más tenso porque algo en mi resultado no estaba saliendo bien y mi sonrisa lentamente se desvaneció entre que las voces bajaban su volumen. Las llamas no parecían haber desaparecido con el tocar la madera, si no que se habían propagado a la madera en forma de circulo, comenzando este a incendiarse y amenazando con llegar al grueso tronco que tenía atrás con rapidez. Inmediatamente vi como chorros de agua le caían de distintas direcciones y supuse que se trataba de los encargados que estaban a los lados del gran escenario, pero yo seguía sorprendido. En ese momento todos me miraron con decepción y asombro, volví a sonreír ampliamente ante eso. No esperaba que mis pensamientos lograran ese resultado pero nadie sabía cuánto deseaba que eso fuera así.
Esperaban que lo hiciera perfecto y eso les había entregado, simplemente que con un toque final distinto.
Ya no tenía tiempo para pensar en nada más que lo realmente bien que me sentía y deseaba ya que las consecuencias de lo que había hecho me vinieran encima. Habían sido años de práctica, años pensando que la única forma de sobrevivir era ser totalmente perfecto hasta ese mísero momento en el que iba a soltar mi flecha. Porque las consecuencias no me iban a importar, ni a afectar. Había sido lo peor que había hecho en toda mi vida, era la peor caída que podía haber tenido a lo largo de mis diecinueve años vividos, sin embargo ya no me arrepentía de nada. Minutos antes, cuando estuve en la fila, quizás pude haber estado preocupado de que algo malo saliera, pero cuando pensé en todo lo que en realidad nos estaba ocurriendo, mi mente sufrió un giro inesperado. Ya sabía qué era lo que quería. Los brazos de los guías me llevaron escaleras abajo del escenario para que caminara de una vez porque ante lo sorprendido que estaba de lograr ese efecto con el fuego sin siquiera pensar en que quería que fuese así, no reaccioné a que debía bajar.
“Esa fue la actuación de Park Chanyeol, diecinueve años, Clase de Fuego”.
“Eh Park, ¿no que eras el mejor en tu especie? ¡Qué gran idiota!” escuché el gritar de uno de mis compañeros que preferí ignorar por mí bien y por el de él, colocándome al final de la fila de los que eran de la Clase de Fuego. A medida que adentraba en el gentío de alumnos, recibí elogios por mi actuación por parte de los demás elfos como desapruebo también. Pero lo que más me importaba en ese momento era lo genial que me sentía de haber visto como todo el mundo se había ido abajo cuando uno de los alumnos preferidos y perfectos de la Clase de Fuego casi quema el centro con una buena y precisa puntería.
A medida que el evento avanzaba, podía sentir las curiosas miradas que me volteaban y ahora incómodo chocaba con ellas, por lo que preferí continuar con la mirada hacia el frente. No sabía por qué, pero en ese momento ya sentía compasión por cada una de las vidas de los alumnos, de nosotros y de mí. Éramos usados desde que teníamos uso de razón, sin siquiera dejarnos pensar en qué es lo que queríamos, qué sueños teníamos y nos instauraban en una organización que planeaba ser usada para los posibles combates contra la oscuridad del bosque.
Fue en ese momento que me di cuenta de todas esos detalles que nunca noté.
Terminada las presentaciones de la Clase de Hielo, de Agua, de Viento y entre otras, llegó finalmente la esperada Clase de Luz. Estos eran esperados principalmente por nuestra clase porque teníamos una especie de rivalidad por el simple hecho de que nuestras cualidades eran parecidas. Podíamos quemar lo que quisiéramos, sí, pero ellos podían traspasar la carne del atacado algo al mismo tiempo que le quemaban por completo y en eso éramos superados. Eran admirables para todos y aunque encontrara que todo eso era una burla, tenía cierta curiosidad por ver cómo las luciérnagas sorprenderían a la nobleza presente.
Las presentaciones eran sorprendentes. Había desde chicos que tiraban su flecha, junto con tres líneas de luz que acompañaban a la flecha, dando las cuatro en el centro; hasta elfos que hacían ondear las luces alrededor de la flecha antes de dar en el punto medio de la madera.
Se oían burlas, desapruebo, groserías provenientes casi la mayoría de nuestra clase y yo podía ver como los molestos rostros de mis compañeros no parecían más que mostrar inseguridad por culpa de unas buenas presentaciones, casi temiendo el que quizás ellos no habían hecho lo mejor en las suyas propias o en los propios frutos de sus esfuerzos. Comenzaba a ver esas cosas que nunca había notado de nuestro actuar. Uno de los elfos de fuego me propinó un golpe en el hombro y yo asustado ante aquello, le miré entre sorprendido y atacado “¿Qué es lo que ocurre?” dije alzando la voz por todo el bullicio y él bromeando me dijo “¿Por qué estás tan callado? ¡Ya no te reconozco!”.
Le iba a contestar de la manera con la que se trataría a alguien que pertenece a otra clase en mi mundo. De esa forma en la que desacreditan por completo al otro, haciéndolo caer tan bajo que llega a creer que necesita seguir luchando para ser el mejor. Quise expresarle todo el odio que en ese instante empezó a crecer en mi interior, aferrando a su paso los recuerdos de mi infancia, esos en los que luchaba por tratar de controlar las llamas, las desgracias y muertes. Verle sonriendo con diversión ante el burlarse de los demás me hacía sentir asqueado de mí mismo. Quise dejar escapar a gritos la decepción que comencé a sentir, fría e hiriente, aunque él no tuviese la culpa de que toda nuestra especie se estuviera yendo al mismísimo infierno. Sin embargo por una fracción de segundos algo me detuvo. Una mirada a unos metros de toda la masa de elfos que se abatían a gritos en mi clase. Pude haber o no haber notado esa mirada, pero algo parecía ser distinto esta vez. Provenía de la larga fila que se arqueaba para subir al viejo escenario hecho de madera iluminada por los suaves rayos del sol, que eran colados por las copas de los grandes árboles que nos resguardaban en esa parte del bosque. Al topar mi mirada con la de esa extraña persona, mi expresión pareció apaciguarse por unos instantes y olvidé que tenía las precisas palabras para comenzar una discusión entre mis labios. Mi expresión se tornó a extrañeza al percatar quién era realmente el que me estaba viendo. Era un chico de muy pocas veces había visto, sólo recordaba haber topado con él cuando abucheábamos a su grupo en los descansos de las clases en la escuela. Pero eso no era lo más extraño, sino lo que quería decir su mirada, hacía que sintiera un gélido y extraño sentimiento. Intenté descifrarlo pero me había pasado la vida ignorando tantos detalles que no pude percibir que su mirada expresaba angustia y una pizca de admiración.
Ya cuando el desconocido chico había cortado el extraño contacto visual, yo volteé a mi lado en busca de mi compañero, pero ya no había señales de él.
Me sentí solo. Sí, me sentí solo entre los veinte alumnos de la Clase de Fuego que saltaban para poder ver las presentaciones y criticar cada pequeña cosa, cada pequeño error, para sacar su profundo odio por medio de estas.
Todo era diferente. Yo era diferente y no había vuelta atrás. Ya estaba lleno de preguntas y todo me parecía una cruel broma.
Con el ceño levemente fruncido, continué viendo cada una de las fantásticas presentaciones de los chicos con capacidades increíbles con las luces, un arco y una flecha. Entendía por qué había tanta rivalidad entre nosotros, pero cabía destacar que los dos grupos como los demás habían hecho excelentes trucos para demostrar sus asombrosas habilidades y nuestro actuar con respecto a las bromas, solo primaba de inseguridad y envidia. Por lo que ahora no podía dejar de pensar en que estaba inserto en una mentira, una forma de hacernos creer que esta es la manera en la que tenemos que vivir. Preguntándome por qué no podíamos usar dichas habilidades para otras necesidades, otros ámbitos que no fuera precisamente el quitarle la vida a quien atacas. Porque nos habíamos vuelto tan perfectos con el mando de nuestros poderes, que era sorprendente el pensar en que serían simplemente usadas para atacar a la oscuridad o a nuestra misma especie. Artes perdidas, esfuerzos en vano.
¿Cómo sería el bosque tras esas altas maderas apiladas que hacían el límite del bosque y el reino? ¿Cómo sería hacer lo que uno quisiera con sus poderes? ¿Cómo sería vivir sin tener que luchar?
No obstante, mis pensamientos volvieron a ser interrumpidos al ver que el extraño chico era quien ahora ocupada el escenario. Parecía decidido y no había ningún signo de que estuviera vacilando al estar ahí. Pensé que tal vez su mirada me había querido decir que me podía superar o algo por estilo, casi desafiandome y me molesté al pensar en que seguía inmerso en la competición contra todos. La manera en que tomó el arco, la manera en que sus dedos lo rodearon, me llamó la atención. Sus movimientos parecían estar llenos de una suavidad y delicadeza que ninguno de los que habían ya estado ahí había siquiera mostrado. Siempre eran bruscos movimientos con toques toscos y precisos. La luciérnaga mordió su labio inferior y por alguna extraña razón, la curiosidad me estaba matando por saber qué sería lo que terminaría por hacer aquel chico. Hasta que con un gesto de molestia soltó su flecha, que desprendió puntitos flotantes alrededor de su flecha y mis ojos se abrieron por el impacto.
Le había dado de pleno a uno de los grandes troncos que estaban tras el árbol que tenía el pequeño círculo donde debió haber dado su flecha.
Un silencio sepulcral reinó el ambiente y nadie se atrevió a decir algo al respecto porque lo que acababa de ocurrir era sorprendente. Tal vez en el tiempo que yo había vivido no había pasado nada igual y menos antes. Eran muy escasas las veces en las que un elfo de la clase que fuera, no le diera bien a su puntería o al centro. Podían fallar sus poderes, pero siempre daban en la madera indicada, no fuera.
No entendí por qué, pero sentí cómo el desconocido chico había aguantado la respiración ante el horror de ver cómo había fallado. Le eché una mirada nerviosa a los jueces, en busca de su reacción. Si anteriormente habían mostrado desapruebo con mi actuación, ahora parecían más molestos que cualquier otra cosa. Cuando volví la mirada al asustado chico, observé cómo parecía que su imagen se fuera a desaparecer en pedacitos en cualquier momento de lo pálido que estaba. Mis manos se cerraron en puño ¿por qué teníamos que soportar que creyéramos que éramos lo peor por haber fallado? ¿por qué nos hacían creer que no teníamos otra opción que ser magníficos?
Le dieron otra oportunidad y volvió a fallar. Lo que provocó que reviviera el ardiente griterío de mi clase. Comenzaron a cubrirlo de desapruebo, asco, groserías, sin dejar de estamparle en el rostro “eres un completo perdedor” una y otra vez. No pude soportarlo, por lo que con cada palabra que salía de la maldita boca de mis compañeros hacía que la rabia se acumulara en mi revuelto estómago. Veía sus victoriosos rostros al enterarse que alguien de las luciérnagas había fallado y eso no me causaba más que asco. Asco por la completa mentira en la que estábamos, náuseas por el que estuviéramos acostumbrado a molestar a los que fallaran.
Alcancé a ver como aquel peculiar chico, soltaba el arco en signo de no poder creer que lo que había pasado. Sus pasos tituberaron mientras no podía dejar de mirar donde habían caído sus flechas aún con asombro y angustia. Hasta que un sonoro “Byun Baekhyun, Clase de Luz, decinueve años”, seguido de unos pesados pasos subiendo las escaleras al escenario rompieron su expresión. Les miró asustado y ahí sí pude notar que esta era de miedo, no parecía querer bajar. No parecía tener intención de bajar. Pero le sacaron a tirones del escenario tomando sus brazos, casi como si se tratara de la vergüenza misma en persona que debía ser escondida. Yo molesto no paré de verles con odio y sentía una extraña necesidad de ir a golpear a los ayudantes para que dejaran de tratarlo de esa manera. Porque no merecía eso, ninguno de nosotros merecía ser tratados de esa forma por fallar.
“Quiero salir de este lugar. Por más mísera que sea la posibilidad de escapar, quiero creer que se puede, que puedo descubrir lo que está detrás de lo que nos quieren mostrar”.
「➸」
Todos habíamos separado ya y tampoco tenía la intención de seguir a los demás para celebrar por nuestras actuaciones. Sinceramente las ganas de ver a mis amigos caer en esa mentira me angustiaba y apenaba, pero no podía hacer nada al respecto. Si les contaba lo que había descubierto, era probable que me creeyeran loco y me acusarían con los líderes de nuestra clase, en un par de segundos. Por lo que estaba apoyado en uno de los robustos árboles a la lejanía de nuestras cabañas, cerca de la entrada al bosque dividido en dos por la gran pared que nos mantenía lejos de todo el reino.
No hacía nada más que cerrar mis ojos, como si quisiera descansar de todo el ajetreo que había vivido en la mañana. Aunque más que nada, el ajetreo que había sufrido en la cabeza. Yo hubiera estado saltando, celebrando que éramos los mejores nuevamente, que varios de nosotros habían sido elegidos para la otra ronda de muestras, sin embargo estaba desperdiciando mi tiempo en dejar que el sonido del viento en las copas de los árboles me diera tranquilidad. Habían comenzado a nacer en mí tantas preguntas, tan pocas respuestas y tanta ansiedad que realmente me sentía con náuseas. Temía que el pensamiento de “no tengo salida” me controlara para guiarme a la desesperación, al pánico. Por lo que estaba haciendo lo posible por mantenerme tranquilo, respirando de lo que podría ser una solución. Sí, ese aire que venía de las afueras, ese aire que llenaba mis pulmones recubriendo mi miedo.
Hasta que un sonido quebró de golpe todo lo que había intentado hacer. Abrí mis ojos de golpe y mis cejas se fruncieron al instante. Viré mi mirada hacia donde se supone que había captado el sonido, a unos arbustos a unos metros de mí , pero no vi nada que me pudiera aclarar la extrañez. Al no hacerse presente de vuelta el desconocido sonido estuve a punto que volver a apoyar a apoyar mi cabeza y cerrar mis ojos, pero nuevamente se hizo presente. Entonces así caí en la cuenta y supe que sonido era. Era el sonido que emitían las flechas al chocar con el aire, flechas lanzadas desde muy cerca. No parecían ser en mi dirección, pero caían en distintos lugares. ¿Qué rayos era eso?
Con curiosidad y sigilo, intenté acercarme a lo que parecía ser alguien lanzando flechas sin control. Sintiendo solo el seco pisar de mis pies sobre el húmedo suelo.
Lo que no creía que me encontraría era a un chico desparramado, bañado en lágrimas, con parte de sus brazos con moretones, su cabellera desordenada, sucio y lo peor era que se trataba de aquél chico de baja estatura que había fallado en la Clase de Luz, tirando una y otra vez las flechas que traía en la espalda.
Inmediatamente mi pensamiento fue evitar interrumpir algo en lo que no me debía entrometer, pero al mismo tiempo pensé que ese era una idea superficial que generalmente solía usar para evitar los posibles problemas que podrían afectar mi rendimiento y mi persona. Rendimiento que parecía ser lo más importante que guiaba mi vida y ese momento ya no tenía sentido afectarlo, no tenía sentido si quien estaba al frente mío era también uno de los afectados por la mentira en la que estábamos amarrados.
“¡Hey, hey! ¡¿Qué se supone que haces?!” Intenté alzar la voz por encima de sus sollozos, mientras me acercaba por uno de los costados del adverso con cuidado.
Al instante, el castaño se giró ágilmente en mi dirección, amenazando con su arco. Vi como el miedo estaba plantado notoriamente en su mirada y expresión. Mi respiración se cortó en ese momento y le negué con rápidamente un par de veces, escondiendo en mi expresión el que pudiera sentirme agredido por lo que estaba haciendo ahora el más bajo. Aunque realmente fuera así.
“No voy a hacerte nada… “ Sin que yo lo quisiera así, mi grave voz había sonado a total molestia y yo no entendía por qué si simplemente quería tranquilizarlo.
“Mientes” Me respondió con una cortante voz, tratando de ocultar de una forma no factible su rostro tras su arco y se podía ver la humedad de sus mejillas causadas por las lágrimas que caían de sus ojos.
“Si te quisiera hacer daño, no dudaría en ya haberlo hecho.”
Mi mirada vagó entre los árboles, pensando en una idea para poder calmar a aquél chico o más bien, hacerle entender que de verdad no le haría daño. Porque esa vez, por primera vez en mi vida, no quería herir de algún modo a otro de mi especie sin razón a justificar. Sentía angustia, sí, creía que se trataba de una sensación parecida a aquella y se estaba anidando en mi pecho a medida que me acercaba a pasos suaves al más bajo y mientras el otro se volvía a encoger del posible miedo ante mi cercanía.
“¡No puedo creerte! Eres un quema-todo… eres uno de ellos”.
“Hey, lo juro, no te quiero hacer daño. No es mi intención ahora. Déjame… ser de ayuda ¿sí?” No pude negar que mi voz sonó extraña en ese momento, sonaba tranquila y real. La molestia había desaparecido o se había aminorado al yo decir aquellas palabras. Fue así que solté las flechas que llevaba colgadas en mi hombro y después mi arco, cayendo estas cosas al suelo con un sordo golpe.
Era tan extraño ser sincero, que no sabía que podría serlo.
El sucio chico que había mantenido una nerviosa mirada desde que notó mi prescencia, pareció tranquilizarse de forma tenue y sus pies habían detenido el retrodecer tanteando el suelo como temiendo caer en cualquier momento, solo por verme haber soltado mi única arma. Pero volvió a insistir alzando su arco, achinando sus ojos ante las inminentes lágrimas que continuaban saliendo de sus ojos, desesperado de un instante a otro. Tal vez por el que había vacilado.
“¡¿De qué me serviría tu maldita ayuda, eh?! ¡¿Por qué querrías ayudarme?! Vamos, no soy de tu clase… Solo, véte y déjame en paz. No quiero que me resfrieguen una y otra vez lo idiota que soy porque de seguro te han mandado a eso”.
“¿Qué…?”
“¡Porque ya lo sé, soy un idiota! ¡Vete de una vez o no dudaré en apuntarte!”.
“No he llegado acá por eso. No sé por qué te explico esto pero solo estaba acá para alejarme de todo lo que estaba sucediendo allá”. Espeté hablando molesto ante sus palabras mientras apuntaba en la dirección en que estaban nuestras cabañas. No podía negar que me hacía enojar de algún modo. Porque si quería ayudarle, no podía ser de esa manera. Aunque realmente no estaba seguro de que estuviera bien el que me enfadara. “No tenía ni una jodida idea de que había alguien acá hasta que sentí flechas”.
“Si no te quieres ir, no me expliques nada, sé que me golpearás al final ¡Anda, hazlo de una maldita vez entonces!”.
“No vengo-” intenté volver a conversar pero me vi interrumpido.
“¡Hazlo!” me gritó el más bajito, cortando mi hilo de pensamientos.
Ya me había sacado de quicio ese elfo, pero no por la razón por la cual él creía, sino que por lo bobo que se estaba comportando. No le podía juzgar por no creerme porque era imposible que en nuestra vida hubiera alguien en quien confiar si en algún momento hizo daño sin dudar, más aún si se trata de alguien de otra clase. Pero si se estaba bajando a que merecía que le hiciesen daño o que se llamase a sí mismo idiota, eso no hacía más que enfadarme completamente. Fue así que decidido me acerqué a el cuerpo del contrario, ignorando el que hubiera soltado su flecha que salió en una dirección equivocada perdiéndose en los matorrales y que hubiera caído hacia atrás al querer alejarse. Le quité el arco de las manos con cuidado y posé mis manos en sus antebrazos cuando me agaché a su altura. Su respiración no parecía serenarse, es más, estaba aún más asustado de lo que estaba anteriormente y había bajado su mirada, escondiendo su rostro ante la espera de cualquier cosa que le viniera encima. Entonces me di cuenta de que su voz decía que no le importaba nada que lo que estuviera sucediendo pero su expresión, como se colocó en ese momento, me hacía entender lo aterrado que estaba de todo lo de su alrededor, tiritando de el pánico. Mi mirada se detuvo en los moretones y rasmillones que se asomaban en pequeños rasgaduras de la prenda que cubría su torso, en sus delgados brazos y en varias partes de su rostro, incluídas las pequeñas manchas de sangre esparcidas por su rostro a causa de sus lágrimas.
¿Por qué debíamos soportar esto?
“Hey, no entiendo por qué te llamas idiota. Aunque sí lo eres al llamarte de ese modo porque estás equivocado. Puede que me escuches o no, pero tienes que entender que de verdad lo que crees que eres, ni tampoco mereces que te golpeen, ni tampoco mereces que te griten. No estoy seguro de qué se debería recibir por fallar, pero no creo que golpear y desmerecer sea una de las opciones” Solté el agarre de sus antebrazos con suavidad, casi impresionado de que mis pensamientos lograran ser plasmados en mis palabras, palabras que parecían tan extrañas viniendo de mí, pero tan reales al mismo tiempo. Me acomodé sobre mis rodillas sin poder quitar la mirada de ese desgraciado chico  “Tampoco sé si debería decirte esto pero no deberías preocuparte por creerte el que eres una verguenza, porque, no lo eres”.
“No quiero…” balbuceó el castaño de un instante a otro, llevando sus propios brazos a rodearse a sí mismo entre que se inclinaba un tanto hacia abajo y trataba de controlar ahora unos leves sollozos que habían reaparecido. “No quiero más esto. Si me vas a hacer daño, no esperes mas”.
“Basta, no voy a hacerte daño porque no quiero hacerte daño ¿Puedes entender?”.
El chico se encogió abrazando sus rodillas y escondiendo su rostro entre sus piernas. “No entiendo qué hace un quema-todo hablando conmigo” se le escuchó decir con dificultad para oírle.
“Ni yo tampoco sé que estoy haciendo al hablar con una luciérnaga, pero es lo de menos. Sí, ahora es lo de menos porque aunque suene raro, quiero ayudarte” decía mientras continuaba observando cómo el chico se estremecía en sus sollozos.
No sabía qué hacer al respecto, pero solo quería hacerle entender que desde ese instante, ya no estaba solo.

miércoles, 14 de enero de 2015

『 Tearful Memories 』Cαρίтυℓσ 1. ¿Aύη єѕтσу νινσ?

«Me creían un ser fantástico como los cuentos de ficción. De esos que tienen capacidades sobrenaturales y que dedican todo su tiempo a salvar la vida de los demás. Ellos me veían como un héroe que todo lo podía lograr. Desde salvar a la típica familia que perdió a su mascota hasta el pequeño niño que estaba siendo molestado ¿A que venían estas estúpidas ideas si yo era un simple crío? Ellos me admiraban, esos ilusionados rostros pequeños con esas inocentes sonrisas, me admiraban…y querían.

domingo, 4 de enero de 2015

The purity of a little feeling: 18-.Que confuso {Taemin}

Era completamente confuso. La verdad si ni siquiera podía explicar con claridad que rayos era lo que había hecho. Aunque no lo pensara y lo volviera a repensar no podía encontrar una respuesta razonable a mi desvergonzada acción, sí, la encontraba desvergonzada. Vamos ¿Quién besa a al otro cuando este no está consciente? Sí, la había besado. Realmente no sabía de dónde había salido aquello. El día junto a Haneul había sido único, hermoso y divertido. Nunca creí que me fuera a divertir tanto con una chica y menos con ella, quien yo creía que me tenía algo de rencor y odio. Sin embargo yo sabía que muy dentro de ella había algo distinto, algo que no cualquier persona tiene, un alma pura y linda que se escondía detrás de todas sus molestias y reclamos en contra de todo.

The purity of a little feeling: 17-.Un día así no tiene precio {Haneul}

-¡Hey! ¡No hare eso!-dije algo aturdida-¡Y...Y suelta mi mano que yo sé correr!

Mientras corríamos vi gran variedad de juegos y personas, desde juegos pequeños como un tren hasta una gran montaña rusa la cual habíamos pasado por debajo. Vi como la gente gritaba, las veía de cabeza, en grupos, en familia, entre amigos. T
odos parecían divertirse ¿Qué habría de divertido en estos juegos?

The purity of a little feeling: 16-.¿Por qué yo? {Haneul}

Viernes solitario. Estaba asquerosa el agua que había tomado del refrigerio antes de salir. Sabía agua con gas pero cuando ya no tiene ni una sola pisca del gas. Botando el agua en los pequeños arbustos de la plaza.

–Perdónenme pero no puedo votar el agua-caminé.


The purity of a little feeling: 15-.Mi amor a la música {Yun}

Una de las cosas que en esos días me había ayudado un poco era haberme vaciado de pensamientos confusos teniendo una larga charla con Minho el lunes que había pasado. Todo comenzó con que él estaba curiosamente en la escuela para buscar algo, algo que yo no pude deducir nunca aunque intentara preguntarle, el lo evitaba. Deje de insistirle cuando ya se vio molesto de eso.

The purity of a little feeling: 14-.¡Folletos infinitos! {SoHee}

Miércoles en la tarde en el trabajo. Mitad de semana, uff. Había gente sentada en grupos. Probablemente amigos de trabajos o gente que venía a pasar el tiempo en el restaurant. Se veían desde el gran ventanal del restaurante. Con Onew nos habían encargado la tarea de promocionar el restaurante por las calles por medio de un pequeño folleto poco atractivo pero serviría para atraer gente.

The purity of a little feeling: 13-.Lado tan dulce {Taemin}

La tristeza, la decepción, desilusión y rabia caían en mí. Volví a recordar aquella noche en que me había confesado a Yun. ¿De verdad era tan idiota? ¿Cómo me soportaban? Por más que intentara quitarme la rabia que tenía contra mí mismo no podía, me sentía culpable de mi sufrimiento. Me atreví a confesarme sabiendo que ella estaba con otra persona y la amaba, eso es lo más humillante que pude haber hecho. Aun así, quería confesárselo de todas formas, no podía seguir escondiéndolo, yo me arriesgué y por lo menos terminó esa tortura de no poder decirle que yo la adoraba, aun que sin sacar nada. Solo un dulce rechazo. 

The purity of a little feeling: 12-.Pastelito de chocolate {Haneul}

Era martes. Los días pasaban lentos. Las clases eran eternas. El día era eterno, en resumen. En clases no hacía más que pensar en Taemin…verdaderamente sentía mucha lástima y pena. Cualquiera en su lugar estaría así…pero yo estaba… ¿Nadie pensaba en eso ni yo? Me sentía peor, teniendo que esconder lo que sentía y al mismo tiempo negarlo dentro. Aun más si…él quería mucho a Yun. Era imposible que viera a otra persona en estos momentos, rotundamente imposible…menos a alguien como yo.

The purity of a little feeling: 11-.¿Celos? {SoHee}

Probablemente ya todas se tienen que haber ido a sus respectivos lugares, como siempre. Hace mucho tiempo que Yun, Haneul y yo que ya no nos vamos juntas. Creo que la última vez fue hace dos años o tres. La verdad no sé exactamente pero recuerdo que nos íbamos juntas caminando casi al mismo ritmo, era divertido, reíamos juntas por el camino de esas mismas calles en las que mis pies estaban en movimiento. Muchos tropezones, bromas, carcajadas nos habían ocurrido en esa calle, la calle que dirigía al bendito metro, maldita calle que me estaba haciendo sentir angustia al tener esos recuerdos grabados en su pavimento. Y cuando alguna de nosotras estaba peleada con la otra era difícil separarse en la hora de salida ya que este camino nos unía de todas maneras; si ocurría esto simplemente omitíamos palabra entre las tres al ir en la misma dirección obligatoriamente alguna quedando alguna de nosotras sin poder hablar con ninguna de las dos.

The purity of a little feeling: 10-.Intentaré lo posible {Yun}

Caminaba sin prisa por el pasillo de la escuela, varias chicas se volteaban a verme de vez en cuando pero preferí evitarlas y verlas como la masa de personas que veía caminar por al lado mío acá y allá. Acostumbraban a mirarme de vez en cuando al reconocerme por ser la novia de JongHyun... al principio era divertido ser visto por los demás pero cuando comienzan a juzgarte luego de verte ya no es divertido. No estaba de humor como para pensar en cosas como esas. Vi como algunos alumnos se acercaban a sus correspondientes casilleros, algunos acompañados y algunos solos, de ellos sacaban algunos de sus libros o simplemente sus uniformes de deportes.

Seguí caminando por ese gran pasillo, mi mochila colgaba de mi espalda, estaba casi vacía no pesaba nada, la verdad no sabía hacia donde me estaba dirigiendo, solo caminaba y caminaba... Lo que había ocurrido hace un día no se podía ir de la cabeza.

The purity of a little feeling: 9-.Duele verte así {Haneul}

Hermoso domingo, admito, fue divertido en verdad. Ese domingo significó mucho para mí, más que el pasarla bien con todos fue para pasar algunos pequeños buenos momentos con Taemin...que aunque fueran pequeños había disfrutado mucho, era tan hermoso verlo reír conmigo y aun, pasándola bien conmigo y no estar interrumpidos por otra persona. Odiaba admitir que en los momentos en los que estaba con él, mi corazón comenzaba a palpitar con fuerza. Todavía recordaba como reíamos en los botes, como las palabras “Hey no te alejes de mí, te encargaron conmigo, no te dejaré ir’’ alegraron mi día entero. Ese día fue verdaderamente maravilloso...el problema es que...el día Lunes en la escuela después de esto Taemin...estaba verdaderamente raro, sonreía menos de lo normal, cosa rara en el. Eso me preocupaba.

The purity of a little feeling: 8-.Soy un idiota {Taemin}

Qué manera de pasarla bien, me caían muy bien los chicos y las chicas, era realmente divertido estar todos juntos. Y el hecho de que me dieran de encargo a Haneul hiso más interesante el paseo ya que era difícil poder hacer sonreír a Haneul y era como un reto que debía cumplir ese día. Aunque la mayoría del tiempo me quedé pensando en lo que haría aquella noche, para variar.

Ahí estaba yo, caminando junto a Yun para comprar cosas de comer...aunque el verdadero sentido de que la acompañara era declararme a Yun. Así sin rodeos. Hace dos años que ella me atraía pero al parecer nunca había notado lo que yo sentía por ella, siempre fui como uno más de la familia, aunque cantáramos y bailáramos de repente juntos no había caso, intentaba darle indirectas pero tampoco había reacción, luego que llega la noticia de que sale con JongHyun hyung...

The purity of a little feeling: 7-.¿Esto es un sueño? {SoHee}


Entre gritos de aquí allá se pusieron de acuerdo en hacer una carrera con los botes, ósea, teníamos que pedalear lo más rápido posible, miré los pedales que estaban mojados...de seguro nos mojaríamos muy fácilmente, incluso ya me pasaba el agua que completamente fría se encontraba a mis tenis. Realmente parecíamos unos niños comportándonos así pero no saben lo divertido que era pasarla así de bien...Creo que éramos los más ruidosos en el lago. Más aun, del parque, cuando nadie se atrevía a entrar a los botes porque estábamos a comienzos del invierno.

lunes, 21 de octubre de 2013

{ Fanfic }『 Tearful Memories 』

Sinopsis:

Sehun nunca creyó que aquel poder con el que había nacido le afectaría de esa manera. Ni por si acaso cruzó por su cabeza la idea de que las cosas terminarían así de mal, haciendo que viviera con el silencio a su lado y cuidando de él aunque el no lo deseara así. Cuando antes creía sentirse un héroe, por tener esas facultades que muy poca gente tenía en el mundo; no había sido fácil, no era fácil que cada uno de los sentimientos que le permitían sentir emociones fueran cerrados de una forma tan cruel y triste como lo había tenido que hacer. La preocupación de llegar a sentirse vivo junto a cualquier persona le hacía daño y cada segundo que pasaba, su vida se iba marchitando más y más. El cariño, la felicidad, la molestia, la tristeza ¿¡donde estaban!? Ya casi diez años habían pasado y se encontraban hasta mas abajo del limite fondo que tenemos dentro para esconder las cosas.

Cute Deer