La tristeza, la decepción, desilusión y rabia caían en mí. Volví a recordar aquella noche en que me había confesado a Yun. ¿De verdad era tan idiota? ¿Cómo me soportaban? Por más que intentara quitarme la rabia que tenía contra mí mismo no podía, me sentía culpable de mi sufrimiento. Me atreví a confesarme sabiendo que ella estaba con otra persona y la amaba, eso es lo más humillante que pude haber hecho. Aun así, quería confesárselo de todas formas, no podía seguir escondiéndolo, yo me arriesgué y por lo menos terminó esa tortura de no poder decirle que yo la adoraba, aun que sin sacar nada. Solo un dulce rechazo.
En frente de mi se encontraba la cama de mi hermano que por su puesto ya dormía completamente. Siempre llegaba tarde, era poco frecuente verlo temprano. Pobre, debía de estar cansado de todo. Incluido de mí y mi comportamiento de niño. Siempre me lo decía. No era que me llevara mal con el…pero no teníamos mucha comunicación. Era su único momento de descanso total.
Miré el mueble que estaba a mí costado mientras que con mis manos abrazaba mis piernas dentro de la cama. Hacía mucho frió y para ser honesto, esa noche no tenía ni pisca de sueño, no era que no quisiera, no podía dormir. Mi mente no me lo permitía.
Suspirando intenté cerrar los ojos. Un abrazo, un abrazo vino a mi mente. Realmente no podía dormir de esa manera recordando cosas. Haneul me había consolado al día siguiente de lo ocurrido, estaba realmente agradecido con ella, me había ayudado mucho, quien sabría que Haneul iba a querer escucharme, siempre pensé que me odiaba. Caí en la cuenta que esas solo eran ideas mías, ella era la persona más buena, intentando ayudarme…así que al otro día se lo había agradecido invitándola a comprar algo dulce. La pasé muy bien, fue un gran despejo, por un momento todo lo anterior pasado se iba de mi mente cuando estaba con ella. Era un gran alivio. Quién diría que la pequeña Haneul tenía un lado tan dulce…tenía que agradecérselo de todas formas. Sabiendo que a ella era la primera a la que le había confesado que me gustaba Yun. No podía no confiar en ella además…ella me dejo confiarle.
Abrí los ojos y me pesaban los parpados. Me di la vuelta intentando acomodarme. No podía dormir. Miré al techo molesto y suspiré.
“Mañana será otro día…”-pensé mientras lanzaba los brazos arriba del cojín.


No hay comentarios:
Publicar un comentario