Quizás era la idea más absurda que se le había ocurrido. Quizás estaba haciendo lo incorrecto y estaba completamente loco. Quizás pudo haberlo pensado bien antes y no haber llegado a tales extremos. Pero no podía evitarlo si se sentía así de miserable.
Qué más daba. No tenía vuelta atrás. Sus horas, minutos y segundos estaban contados. Que importaba que estuviera arriba de ese autobús sin ningún rumbo definido y que se dejara llevar por ese infinito extraño recorrido. La verdad él no tenía idea como era que había caído en él. Pero eso era lo de menos en esas circunstancias.
Dentro de él un desgarrador y profundo sentimiento de tristeza quemaba cada parte de su ser. Este sentimiento le controlaba ya hace más o menos un mes y que con el tiempo había aumentado su intensidad. Esto lo tenía atrapado, no podía casi respirar, no podía pensar correctamente, no podía vivir de plano su vida, no podía estar tranquilo, no podía revivir su felicidad. Se sentía tan débil…estaba dentro de agua fría en la que se ahogaba y aunque intentara liberarse a flote, ya no podía, estaba cansado de intentar seguir nadando hacia la superficie. En esos momentos, arriba de ese autobús, ya estaba llegando al fondo de esa fría agua.
-¿Por qué mi vida tiene que ser de esta forma? ¿Por qué tenía que confiar en que esta me brindaría felicidad de una vez por todas?-pensaba el chico.
Su pálido rostro, posado en la ventana, se encontraba serio pero eso no quitaba que cayeran lágrimas de sus cansados ojos. Mostraba angustia, pareciera que se fuera a desvanecer de un momento a otro. Sentía un dolor insoportable. Se aguantaba las ganas de echarse a llorar de pleno en ese lugar a todo dar. Su pecho estaba contraído de la angustia que tenía dentro. Fuertemente su mano estaba posaba en su corazón apretando el puño de su mano. Estaba completamente destruido. Ya nada del pasado podría ser lo mismo y sin lo que más quería…
¿Para eso había sido destinado? ¿Para eso había vivido?
Caía fría la tarde. Había un poco de viento. Sentado en un lugar lleno de pasto. No lograba descifrar en qué lugar había parado. Suspiró pesadamente.
Sintió una fuerte punzada en el estomago que lo llevó a inclinarse llevando sus manos a donde provenía el fuerte dolor. Bruscamente cayó hacia atrás. Emitió un grito ahogado. Causa del fuerte dolor que le había echó sentir esa punzada apretando sus ojos las lágrimas salieron solas. Su estomago comenzaba a hacerse añicos. Algo hervía dentro, algo que su organismo no aceptaba en gran cantidad. Recordó lo que había tenido en su mano hace una hora atrás, pequeñas pastillas y varias de ellas recién comenzaban a hacer efecto. Comenzó a llorar en pequeños sollozos.
Cada minuto que pasaba se le hacía difícil mantener su cuerpo tranquilo, solo su mente lo estaba. Sabía que ocurriría eso, sabía que ya no quedaba nada más que hacer, sabía que no había otra cura para él que no fuera aquella. Miraba el cielo, sus labios comenzaban a secarse y sus ojos ya estaban rojos.
El tan solo recordar lo que le había ocurrido en su pasado le causaba más dolor del que ya sentía. Los recuerdos que día por día causaban estragos en su corazón comenzaban a hacerse ver en esos momentos en su mente. Sus desgarradores gritos no eran escuchados por nadie, ni su llanto. Estaba solo inmerso en ese sufrimiento. Se sentía tan culpable, tan idiota…más idiota que todo lo demás. Siempre confiando que su vida sería llena de felicidad y que él nunca se dejaría llevar por la tristeza jamás ¿Pero qué ocurrió? Ahí estaba, desmoronándose de a poco por la angustia. Siempre luchando hasta el final para conseguir su objetivo…y había sido todo en vano.
Su cuerpo temblaba entero. Sentía un asco inmenso. Abrazaba sus piernas sentado en el suelo de aquel desconocido lugar. Ya no le importaba en qué lugar estaba, ya no le importaba que estaba oscureciendo, ya no le importaba si ya habían pasado varios minutos. Solo mantenía la mirada ya casi seca, sus ojos color azabache estaban totalmente rojos. Su cuerpo se debilitaba, dentro una gran explosión estaba haciéndose ver con dolorosos retorcijones. Todo su cuerpo intentaba luchar en contra pero no había salida. Apretó sus párpados del dolor.
Golpeó el suelo volviendo a derramar más lágrimas. Comenzó a sollozar mirando al cielo.
-¿¡Por qué!? ¿¡Por qué maldita sea!?-con sus manos cubrió su rostro.
Sus lágrimas caían por sus manos. Parecía un pequeño niño, un pequeño niño perdido.
No creía lo idiota que había sido, no creía que todo eso le ocurriera a él… ¿Acaso había echó algo mal para merecer todo eso? Todo dentro de él dolía tanto que creía que moriría en la locura. Gran parte de él ya estaba hecha trizas y no podía dejar de llorar. Su corazón estaba completamente destrozado, ya no tenía arreglo como tampoco la tenía su vida.
Nadie entendería porque lo estaba haciendo, nadie entendería el dolor que sentía dentro, nadie podría imaginarse aquel sentimiento de pena que lo dominaba y jugaba con él. Escuchaba una tormenta con fuertes rayos dentro de sí y la lluvia causaba sus descontroladas lágrimas. Tal vez pudo haber sido fácil rendirse desde el comienzo pero él era incapaz de hacerlo, tal vez hubiera sido menos doloroso pero no, era irrealizable.
Intentó levantarse del suelo. Ya casi de pie, sintió como uno de sus pies se doblaba, cayó de pleno en el cemento. Le ardió un tanto la mejilla al rasparse con el áspero cemento de la vereda. Sentía el latir de su pie al habérselo doblado pero el dolor no se sentía tan fuerte como debería ser. Apenas pudo mover su mano para tocarse la mejilla. Sus dedos quedaron llenos de sangre. La observó como si nunca la hubiera visto de esa forma, por primera vez le había interesado mirarla. Huesuda temblaba. En un intento de mover sus dedos notó como estos no le respondían. Cerró levemente sus ojos al tiempo que comenzaban a brillar nuevamente. Vio hacia el final de esa infinita vereda.
Era claro, se acercaba su fin. El fin de tal sufrimiento, el de aquella desastrosa historia, el fin de sus pesadas penas, el fin de esa tristeza que lo estaba consumiendo cada segundo que pasaba, el fin de ese joven, el fin de Kim Kibum. Si él pudiera haber sonreído en ese momento lo hubiera echó.
Mirando lo oscuro del cielo comenzó a subir su temperatura, su cuerpo comenzaba a sudar. Intentó tragar saliva sin éxito. En sus ojos aun yacían restos de lágrimas aunque no estuviera llorando. Ya no se podía mover. Ya no podía hacer nada. De su boca salía humo del frio que estaba haciendo en ese lugar. Le pesaban los párpados.
Su cerebro comenzaba a darle señales de que ya se agotaba su tiempo. Una pequeña felicidad comenzó a crecer dentro en el esos últimos minutos de agonizo. La idea de poder desaparecer de una vez por todas le alegraba demasiado. No podía seguir soportando aquel sufrimiento al que estaba atado. Suspiró.
“Tal vez Kibum…en otra vida…todo será diferente”
Los últimos recuerdos, los más felices se presentaron ante sus ojos…sus padres. Escuchaba aun a su corazón latir, casi retumbaba el sonido dentro. Cayó una lágrima por su mejilla. Cerró sus ojos. Lentamente todo en su mente se tornaba nublado, esos lindos recuerdos se volvían difusos. Un color negro invadía su mente. Todos sus pensamientos como si se tratara de una televisión comenzaban a ser apagados tenuemente. Ya era ahora. Su vida estaba en el fin, su vida estaba a punto de borrarse. Hasta que…su vida desapareció.
~-~-~
Sentía que no podía seguir en ese lugar. Deseaba irse con ansias. Cada segundo que pasaba le atormentaba aun más. Sabía que las palabras saldrían de su amigo y sabía exactamente que causarían en ella. Tenía miedo, quería escapar. El no sabía lo doloroso que era tener que escuchar lo que él iba a decir. No quería oírlo, no quería pensarlo…no quería oírlo una vez más.
“No lo hagas…Por favor”
Su amigo se precipitó a tomar delicadamente sus manos. El corazón de HyoRi dio un vuelco y sus entrañas se agitaron. Comenzó a costarle respirar. Quedó inmóvil ante esa acción. El miedo la invadía. No quedaba ningún segundo para que el pronunciara las palabras que no quería escuchar. En sus ojos comenzó a saltar un brillo nervioso. No podía, no soportaría escucharlo. Por ningún motivo podía permitirse volver a escuchar esas palabras y menos de alguien que de verdad apreciaba…
-HyoRi yo…-iniciaba por fín.
Sintió como si hubiera recibido un disparo. El miedo saltó dentro de Hyori y soltó las manos de su amigo. Lentamente sobre ella comenzaba a brotar una angustia horrible, insoportable y fría. Ese sentimiento que no sentía hace más de dos años volvía a apoderarse de ella.
-¡Detente!-dijo con un gritito.
No estaba segura si le gritaba a su amigo o al sentimiento que comenzaba a crecer en ella. Con sus dos manos cubrió su cabeza. Todo volvía a su mente, todo lo que había superado de una u otra forma comenzaba a volver fresco a su mente. Temblaba, todo daba vueltas en ella. Comenzaba a ahogarse dentro de sus propios recuerdos.
-¿HyoRi?-dijo su amigo totalmente atónito.
No soportó más y se dio la vuelta para correr.
“Solo olvídalo”-sonó dentro de su mente la voz de un recuerdo.


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